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En una noche de invierno...

por Anónimo


En una noche de invierno, cuando más brillaba el sol, una manada de cerdos volaba de flor en flor. Las mariposas comian bellotas a la sombra de un manzano. Un pobre ciego, en una piedra de madera, leía un periódico sin letras, a la luz de un candil apagado, que decía:

"Antes morir que la muerte", "Un bebé de 99 años ha sido ahogado en un incendio", y "un cementerio ha sido destruido y no ha causado víctimas". Cogí mi navaja campestre sin mango ni cuchilla y maté a un muerto. El muerto ya muerto dijo " AY! ME HAS MATADO!.

Perseguido por la injusticia sali corriendo de aquel lugar y me encontre con un carro sin ruedas que me llevo a un precipicio de quince centímetros, me tire de abajo a arriba, tras esto caí sobre el lomo de un caracol, y partí a la velocidad del rayo. Llegué a mi casa medio vivo.

Encendí la puerta y abrí la luz, puse la ropa en la cama y me acosté en la percha, y oí una voz que decía, hombre de poca ventana, asómate a la vergüenza, y le dije a mi abuela de 9 años: dame sed que tengo agua.

Me asomé a la persiana bajada y vi un letrero que decía "guantes para mancos, peines para calvos y zapatos para cojos". Indignado me fui a la Iglesia.

Dijo el cura: "oremos". Yo entendí "caguemos". Me subí los pantalones a los sobacos y me cagué en todos los bancos. Me subí los pantalones a las orejas y me cagué en todas las viejas. La que supo nadar nadó y la que no, mierda tragó.

Dijo el cura: "Coged a ese loco!". Yo entendí que habia cagado poco. Me bajé los pantalones hasta las rodillas y cagué hasta en las barandillas. Me bajé los pantalones hasta los tobillos y cagué hasta los monaguillos. Me puse a apretar y apretar y me tiré tal pedo que sonaron las campanas de Toledo.

El que sabía nadar nadaba, el que no mierda tragaba, el cura dijo amén, y mierda tragó él también.
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Anónimo Pasaron varios meses y fue cuando el frío llegó. La ciudadanía ya no podía escagarruciarse porque al giñar se congelaban las heces, en pleno mes de julio y agosto. ¡Que novela no está saliendo!. Huele a rallos, pero de eso se trata. Ríase el lector. Jesús Ataúlfo López-Mingo Tolmo. Nevaban rayos de sol y los pájaros nadaban. Un ruiseñor que maullaba a un gato que rebuznó de un mordisco acarició sus escamas terciopelo y la luna lucía un velo púrpura hasta que anocheció. Gisel







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Versión 3-2.
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